Crisis de consumo: Un sueldo no alcanza, las familias argentinas agotan ahorros y se endeudan para vivir

La situación económica de las familias argentinas se deteriora al punto que llegar a fin de mes se ha convertido en una odisea para la mayoría. En Tucumán, la Canasta Básica Total (CBT) para una familia tipo se acerca al millón de pesos, mientras que el salario promedio en el sector formal apenas roza los $800.000. Esta brecha se refleja en el crecimiento de los ocupados demandantes de empleo, que en el Gran Tucumán-Tafí Viejo superan los 103.000 casos (23,9% de la Población Económicamente Activa). Según el consultor Guillermo Oliveto, el 70% de la población cree que el mes termina el día 20, obligándolos a resignar primeras marcas y buscar pluriempleo para complementar el ingreso.

Un dato revelador de la crisis lo aporta la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, según el economista Leopoldo Tornarolli: cerca del 36% de los hogares argentinos usaron sus ahorros “para vivir” durante el primer trimestre del año, señal de un rápido agotamiento del patrimonio familiar. Además, un 15% de los hogares debió pedir dinero prestado a amigos. Estos comportamientos, que el sociólogo Leandro Botinelli describe como el “desgaste invisible del patrimonio económico y social”, se asocian a situaciones de profunda crisis, como los efectos pospandemia o los primeros meses del fuerte ajuste de la administración de Javier Milei.

Frente a la insuficiencia de los ingresos, las familias han recurrido masivamente a mecanismos de financiamiento. La mitad de los hogares utiliza herramientas como las tarjetas de crédito —el 58% para comprar alimentos—, el pago en cuotas o el fiado. La situación es tan extrema que un 8,8% de los grupos familiares vendió pertenencias para poder subsistir. Esta fragilidad estructural no es nueva: el Observatorio de la Deuda Social de la UCA señala que el estrés económico afectó al 50% de la población en los últimos tres años, evidenciando que los ingresos no logran seguir el ritmo de la inflación.

El deterioro del poder adquisitivo es el resultado de años de inflación persistente, agravado por los incrementos en los costos de servicios (combustible, luz, gas, transporte) que reducen el ingreso disponible y obligan a recortar el consumo de bienes esenciales. Con el poder adquisitivo del salario mínimo en su nivel más bajo desde 2001, la capacidad de ahorro es mínima y expone a la tradicional clase media a un mayor ajuste para evitar descender en la pirámide socioeconómica, profundizando así la crisis social en todo el país.