El fútbol de la Liga Tucumana, un caos sanitario: jugadores en riesgo por la falta de protocolos y recursos


El fútbol de la Liga Tucumana se ha convertido en un escenario de riesgo, donde la salud de los jugadores parece depender más de la suerte que de la organización. Casos recientes, como el de Gabriel Ríos en Burruyacu, Alexander Bayk en Banda del Río Salí y Leandro Garnica en Santa Ana, han puesto en evidencia la ausencia total de protocolos médicos y la precariedad de la asistencia en las canchas. Jugadores que caen inconscientes, ambulancias que no llegan a tiempo y la intervención de familiares médicos en la tribuna se han vuelto una "postal cada vez más frecuente", demostrando la falta de un sistema de protección para los deportistas.
La problemática se agudiza por la falta de cumplimiento de la Ley Benicio, sancionada en 2020, que exige a todos los clubes y complejos deportivos contar con desfibriladores y personal capacitado. A excepción de San Martín y Atlético, la mayoría de los clubes de la Liga Tucumana no poseen estos equipos vitales. Los dirigentes alegan que el alto costo de contratar una ambulancia ($500.000 por partido) y los honorarios médicos son "un gasto que la mayoría de los clubes no puede (o no quiere) afrontar". Esta falta de recursos se suma a la ausencia de controles, sanciones y reglamentos actualizados.
El resultado es un sistema en el que las responsabilidades se diluyen: los clubes esgrimen la falta de presupuesto, la Liga se declara incapaz de fiscalizar, la Secretaría de Deportes ignora la situación y el Ministerio de Salud interviene solo cuando ya es demasiado tarde. Esta cadena de inacciones contrasta con ejemplos como el torneo amateur de Las Cañas, donde los partidos no inician sin una ambulancia y un médico presentes, y el juego se detiene si la unidad debe trasladar a un lesionado. Este modelo demuestra que, más allá de los subsidios o sponsors, lo que falta en el fútbol formal tucumano es voluntad de cuidar a los protagonistas.
El autor enfatiza que lo que ocurre en la Liga Tucumana es más que un problema deportivo; es un reflejo de una cultura donde el "arreglate como puedas" impera. El esfuerzo y los sueños de los jugadores quedan a la deriva frente a la precariedad institucional y la falta de previsión. La pregunta ya no es si volverá a pasar, sino cuándo, y si la próxima vez no habrá otra víctima mortal. La solución no requiere milagros, sino decisiones urgentes: que la Liga exija y fiscalice la presencia médica, que se cumpla la Ley Benicio y que los clubes y autoridades entiendan que la vida de un jugador "vale más que cualquier resultado".
